CONFESIÓN ESPIRITUAL
Siguiendo la noticia en la que hablábamos de la Comunión Espiritual, hoy vamos a comentar la Confesión Espiritual con una reflexión de nuestro Párroco, que tenéis grabada y el texto a continuación.
Ayer viernes 20 de marzo, el Papa Francisco en la homilía de santa Marta decía: “Sé que muchos de ustedes, por Pascua, van a confesarse para encontrarse con Dios. Pero muchos me dirán hoy: “Pero Padre, ¿dónde puedo encontrar un sacerdote, un confesor, por qué no puedo salir de casa? Y yo quiero hacer las paces con el Señor, quiero que me abrace, quiero que mi padre me abrace… ¿Qué puedo hacer si no encuentro sacerdotes?”. Haz lo que dice el Catecismo. Es muy claro: si no encuentras un sacerdote para confesarte, habla con Dios, que es tu padre, y dile la verdad: “Señor, he hecho esto, esto, esto… Perdóname”, y pídele perdón de todo corazón, con el Acto de Dolor y prométele: “Me confesaré después, pero perdóname ahora”. E inmediatamente volverás a la gracia de Dios. Tú mismo puedes acercarte, como nos enseña el Catecismo, al perdón de Dios sin tener un sacerdote a la mano. Piensa en ello: ¡es el momento! Y este es el momento adecuado, el momento oportuno. Un acto de dolor bien hecho, y así nuestra alma se volverá blanca como la nieve.
Sería bueno que hoy en nuestros oídos resonara este “vuelve”, “vuelve a tu papá, vuelve a tu padre”. Te espera y hará fiesta.”
El otro día veíamos la Comunión Espiritual y hoy nos toca la confesión. Tras leer estas palabras del Papa nos queda claro en qué consiste. No es algo nuevo, pues estando en el Catecismo de la Iglesia Católica, ya estaba contemplada esa posibilidad, pero hay que entender que es para situaciones extraordinarias, como las que nos toca vivir de confinamiento, aun así saber que los sacerdotes estamos no solo en el templo más tiempo sino también disponibles para ello, guardando las medidas de protección oportunas y basta que os pongáis en contacto con nosotros para acodar el momento llamando al 626.692.100.
El sentido de la confesión espiritual es que Dios no está ligado a los sacramentos, aunque estos son la vía ordinaria para obtener la gracia, de modo que da su gracia también por otras vías en su Infinita Misericordia. En la confesión lo más importante es el dolor de los pecados, que conlleva precisamente el propósito de la enmienda, lo que bastaría para obtener el perdón de los pecados. Ahora bien, el Catecismo también nos recuerda que conlleva el deseo y compromiso de confesarse cuanto antes sea posible y lógicamente no valdría sin el sincero arrepentimiento, lo cual conlleva no estar cayendo en lo mismo sin luchar.
Por otro lado el Papa ha concedido ayer mismo Indulgencia Plenaria para los enfermos con coronavirus, los que están en cuarentena, así como los trabajadores de la salud y los familiares que se exponen al riesgo de contagio por ayudar a los afectados por el Covid-19, si, con espíritu desprendido de cualquier pecado, se unen espiritualmente a través de los medios de comunicación a la celebración de la Santa Misa, al rezo del Santo Rosario, a la práctica piadosa del Vía Crucis u otras formas de devoción, o si al menos rezan el Credo, el Padrenuestro y una piadosa invocación a la Santísima Virgen María, ofreciendo esta prueba con espíritu de fe en Dios y de caridad hacia los hermanos, con la voluntad de cumplir las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Santo Padre), apenas les sea posible.
Igualmente, para obtener las indulgencias, otras personas podrán elegir entre varias opciones: visitar el Santísimo Sacramento o la adoración Eucarística o leer las Sagradas Escrituras durante al menos media hora, o recitar el Rosario, el Vía Crucis o la Coronilla de la Divina Misericordia, pedir a Dios el fin de la epidemia, el alivio de los enfermos y la salvación eterna para aquellos a los que el Señor ha llamado a sí.
La indulgencia plenaria puede ser obtenida también por los fieles que a punto de morir no pueden recibir el sacramento de la unción de los enfermos y el viático, siempre que estén debidamente dispuestos y hayan rezado durante su vida algunas oraciones (en este caso la Iglesia suple a las tres condiciones habituales requeridas de confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Santo Padre). Para obtener esta indulgencia se recomienda el uso del crucifijo o de la cruz.
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