50 Retazos sacerdotales : Manuel Polo Casado (Ordenado en 1964)
A continuación ofrecemos el testimonio de Manuel Polo Casado, párroco de Santa María del Pinar en Chamartín. “Eligió a los que quiso” “ es el título de su testimonio, que se da a continuación y que está incluido en la página 9 del libro “Alzaré la copa de la salvación”. En este libro 50 sacerdotes de nuestra diócesis nos cuentan su vocación. Se encuentra a vuestra disposición en la Delegación de pastoral vocacional.
Testimonio
Nací en Madrid, pero mi domicilio en los primeros años fue la casa de mis padres, en el pueblo de mi padres en el que trabajó hasta su muerte, ocurrida en noviembre de de 1964. Fui a la escuela con todos los niños de mi edad; jugábamos con todo aquello que era lo normal en aquellos años. Segundo y tercero de bachillerato los cursé en Madrid en el colegio Calasancio.
Ya desde los diez años, observaba con admiración a los sacerdotes de la parroquia del pueblo de mi padre, cuando oraban, cuando presidian la Eucaristía, cuando predicaban, cómo atendían a los enfermos; admiraba cómo trataban a todo el mundo. Fui monaguillo. De su ejemplo nació en mí la necesidad de hacer oración, de entrar en contacto con ese Dios, que en mis pocos años empezaba a conocer. Iba creciendo en mí una gran ilusión por ser sacerdote. Entré en el seminario en 1953, al finalizar tercero de bachillerato. Contacté enseguida con los superiores (formadores). Tenía las cosas claras: “Si no valgo para ser sacerdote me iré del seminario”, les decía.
Ahora recuerdo con gusto lo feliz que fui aquellos años: conviviendo con los de mi curso, con los superiores, orando, estudiando, cantando, etc. Sin embargo reconocí siempre que hubo lagunas y carencias, pero me resultó fácil comprender. Me marcaron el alma la novena de la Inmaculada y la Semana Santa. La liturgia cuidada en estos tiempos dejó huella. La relación transparente con los superiores me dio libertad absoluta para concretar mi ordenación sacerdotal. Miro hacia atrás y compruebo que Dios es el amigo, confidente que acompaña siempre. Me ordené en mayo de 1964. En el recordatorio de mi ordenación sacerdotal puse: “Eligió a los que quiso para tenerlos consigo y enviarlos a predicar”. Fui de los últimos de mi curso en ser llamado para recibir destino.
El primer lugar fue la Parroquia de San Agustín de Guadalix; después, unos meses en la Parroquia del Cristo de Ayala. A continuación la parroquia del Espíritu Santo en Ventas. En la Parroquia de San Pedro de Barajas estuve cinco años. Fui trasladado a la parroquia de la Concepción de Nuestra Señora de Pueblo Nuevo. Más tarde en la Parroquia de Santa María Micaela, estuve doce años y actualmente estoy en la Parroquia Santa María del Pinar. Cada uno de los traslados me costó siempre; nunca me acostumbre ni a cortar con la Parroquia anterior ni a comenzar de nuevo. Quise vivir la obediencia al Obispo. Mis fuentes de alimentación fueron y son la oración, la celebración de la Eucaristía, la dirección espiritual, el estudio constante y la relación con mis compañeros. Subrayaría de mi acción pastoral, la atención a las personas, largas horas de confesionario y la dirección espiritual.