Blog

Teología negativa

Proesor roy opizarraCualquier profesor que quiera explicar qué es una línea recta comienza por dibujarla en la pizarra (o en el reverso de un folleto de propaganda, como en el precioso libro de Yoko Ogawa, “La fórmula preferida del profesor”). Así empieza, sí, pero el profesor debe terminar sin falta diciendo que una línea recta no puede ser dibujada, porque es infinita, no tiene grosor, etc. Por tanto, el trazo en la pizarra NO es una línea recta. El profesor malo se quedará en la primera parte, el dibujo. El profesor bueno se apoyará en el dibujo para que los alumnos entiendan el concepto, que puede ser expresado, pero no contenido, en el dibujo. Por otra parte, el profesor que quiera saltarse el paso de dibujar el trazo con tiza, porque este trazo no dice “la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad” sobre las líneas rectas, ¿tendrá alguna posibilidad de éxito con sus alumnos?

El pensamiento cristiano desarrolló, muy desde el principio, desde antes de San Agustín, la idea de la “teología negativa”: lo que decimos de Dios… bueno, sí, dice algo de Dios, pero en realidad no alcanza a decir nada que esté bien dicho de verdad. El escritor conocido como Pseudo Dionisio (siglo V) es un buen exponente de esta forma de pensar, que encuentra eco también en el pensamiento budista, hindú, etc. Por ejemplo, una frase muy citada de Confucio: “Saber que se sabe lo que se sabe, y saber que no se sabe lo que no se sabe. Esa es la verdadera sabiduría.”

La teología cristiana seria nunca ha olvidado esta limitación esencial de nuestro conocimiento y nuestras palabras acerca de Dios. “Dios es nuestro Padre que está en los Cielos”: sí, claro, es verdad, es Padre, como mi padre (¡gracias!), pero NO como mi padre (¡menos mal!). No es un padre como el que yo he conocido, ni está en los cielos a los que llegó Yuri Gagarin. Es más, Dios es Padre y Madre (como mi padre y mi madre, pero NO como mi padre y mi madre; y tampoco es “padre y madre”, sino que es algo que supera la unión de ambos conceptos…).

Igualmente, Dios creó a Adán y Eva en el Paraíso, sí, claro, pero… Y así todo. El problema es que, igual que hay malos profesores de matemáticas, también hay malos enseñantes de la religión (aquellos que se quedan en la imagen, que no saben enseñar a ver a través de ella)…y la hecatombe llega cuando se ponen a discutir, con inmensa aridez, creyentes y ateos que aprendieron tanto unos como otros de malos profesores de religión. ¿Significa eso que debemos dejar de emplear imágenes para hablar de Dios, que debemos dejar de intentar dibujar líneas rectas en la pizarra?

Pienso que sería pueril quedarse en historias superficiales; pero basarse en historias humanas para hacer teología positiva, siempre acompañada de teología negativa, es lo mejor que podemos hacer. Quizás no es entonces tan insensato el Génesis, ni hace falta reconciliarlo con la evolución biológica, como, salvando las distancias, no hace falta reconciliar el cuento de Caperucita Roja con un mapa de carreteras para comprobar si, efectivamente, el Lobo cogió un atajo…

 Gonzalo Génova. Ingeniero de Telecomunicación. Licenciado en Filosofía