¿Por qué soy sacerdote?: “Invitación íntima y personal”

Es una pregunta que en muchas ocasiones me hago, pero solo hay una respuesta: Porque el Señor me ha llamado. Uno cae a veces en la tentación de apropiarse de la respuesta pero lo importante es la invitación íntima y personal que el Señor hace, “si quieres, ven y sigúeme”.
No se hace fácil responder ya que te da miedo la magnitud del regalo que el Señor te ofrece, pero la alegría llega verdaderamente cuando se dice, sí. Uno ve cómo es llevado, cuidado y guiado por el Señor. Todo recobra su sentido, todo se recoloca y vives feliz en una vida llena no siempre pobre de dificultades.
Vivo feliz porque he dejado que el Señor pronuncie su palabra de amor en mi vida, y sin merecerlo en absoluto se ha fijado en mí, para que sea sus ojos, sus manos, sus pies, su boca, y acompañe, cuide y lleve hasta Él a los hombres.
Es maravilloso poder hacer a Cristo presente en el pan y el vino en la eucaristía, poder perdonar en su nombre, sanar tantas heridas y devolver la vida interior.
Muchas mañanas resuena en mi el salmo ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Respondiendo sí a su llamada, con la entrega de mi vida, así soy realmente libre y feliz, esta es la mayor razón de por qué soy sacerdote, porque es imposible oír su llamada, ver las obras de misericordia que ha hecho en mi vida, cómo me ha restaurado por dentro, cómo me ha curado y liberado y no responder afirmativamente.
Gracias Señor por llamarme a ser sacerdote, testigo de tu amor y misericordia, para poder serlo yo en medio del mundo.