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SER TESTIGOS

SER TESTIGOS

Este domingo, posiblemente el último que no podamos asistir al templo para vivir presencialmente la Misa, nuestro Párroco comparte con nosotros una nueva meditación.

“No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.”. Juan 15, 16-17.

Este texto del Evangelio siempre me ha clarificado muchas cosas, sobre todo referente a mi propia vida y vocación, como supongo os habrá pasado a vosotros. En ella podemos destacar: una elección (vocación), una respuesta (ser discípulo) y un envío (dar testimonio). Todo parte de una elección gratuita de Dios, para cosas que superan las capacidades humanas. Una elección anterior a la constitución del mundo, nos señalará la Escritura. Dios me creó para algo y ese algo forma parte del descubrimiento personal que debo hacer, para encontrar el sentido pleno de mi existencia. Encontrarlo otorga un sentido y finalidad que llena toda la existencia. Poder decir que sé, para que he venido al mundo, determina mi felicidad y razón de ser. Pero como somos libres, nadie obliga, así que en un momento dado decido si seguir esa decisión divina o no. Decir sí equivale a descubrirle en mi vida y seguirle, y entonces me convierto en discípulo de un gran Maestro. Pero la cosa no termina ahí, pues puede ser algo inmanente, algo centrado en mí mismo y no se da a los demás, por eso la respuesta correcta es ser agradecido al don, al descubrimiento y ser transmisor de lo descubierto, haciéndome testigo del mensaje, saliendo de mí mismo, para dárselo a los demás.

Si vemos lo que significa discípulo (seguidor), es el que sigue una cierta doctrina. Necesita que haya un maestro. Y testigo (que etimológicamente está emparentado con mártir) es quien da testimonio de un suceso porque lo ha observado directamente y puede confirmarlo.

Jesús pide un seguimiento para convertirse en testigos. Es lo específico del NT respecto al AT, así en el encuentro con el joven rico (Mateo 19, 21) vemos que: “Jesús le contestó: «Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres —así tendrás un tesoro en el cielo— y luego ven y sígueme».”. Le había dicho que lo primero es cumplir los mandamientos, cosa que ya hacía, pero esto era lo propio de ser fiel en el AT, pero luego añade algo que le falta, vende tus bienes y sígueme. Por lo general nos quedamos en la venta de los bienes, y esto nos asusta, pero no vemos que lo importante es lo otro, el sígueme. La venta de bienes es el medio para el fin. Lo que importa es el fin, el seguimiento, el ser discípulo. Esta idea del seguimiento es transversal en todo el Evangelio. Así empezaron Juan y Andrés cuando Juan Bautista señala a Jesús como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y ellos preguntaron: Maestro dónde moras y Él contesta, venid y lo veréis, Seguidme.

Pero ser discípulo, seguidor no es suficiente. Cuando los apóstoles deciden sustituir a Judas dice Pedro: “Es necesario, por tanto, que uno de los que nos acompañaron todo el tiempo en que convivió con nosotros el Señor Jesús, comenzando en el bautismo de Juan hasta el día en que nos fue quitado y llevado al cielo, se asocie a nosotros como testigo de su resurrección. Propusieron dos: José, llamado Barsabá, de sobrenombre Justo, y Matías.” (Hechos 1, 21-23). Lo importante era ser uno de los seguidores, de los discípulos, pero sobre todo testigo de la Resurrección. El seguimiento que se queda ahí sin dar testimonio está cojo. Los apóstoles tras la Resurrección estaban alegres, pero escondidos por miedo, solo dieron testimonio tras la venida del Espíritu Santo. Cuando les encarcelaban no era por ser discípulos de Jesús sino por dar testimonio de Jesús como el Mesías. El cristiano que solo es discípulo, sigue las enseñanzas del Maestro, pero no se convierte en Testigo de Jesús, es estéril, es como los apóstoles miedosos encerrados en el Cenáculo por miedo a los judíos, pero no son los apóstoles que se dejaban encarcelar y azotar por dar testimonio de Jesús ¿Tú quién eres: el discípulo o el testigo de Jesús en tu vida? Porque hoy hay muchos cristianos que viven como discípulos, pero no son testigos y es un cristianismo estéril.

Seguir a alguien y dar testimonio mediante las obras que confirman la acción de Dios en la propia vida. El Padre en mí y yo en El. Si no me creéis a mi creed a mis obras, dirá Jesús. Ser testigo es importante para hablar con propiedad, que es lo contrario del charlatán. ¿Cómo ves tú a Dios en tu vida?

Te diría que se hace presente cuando:

  • Pido ayuda en un momento dado y puedo lo que antes era imposible.
  • Me viene a la cabeza lo que debo hacer.
  • La oración y los sacramentos me dan fuerza para todo.
  • Soy capaz de sacrificarme por El y ser feliz.
  • Amo a un ser (Dios) a quien no veo.
  • Le siento cercano a mi.
  • Le buscó y hallo paz.
  • Le descubro en las maravillas de la creación.
  • En medio de la tribulación encuentro paz.
  • Confío en El.
  • Me siento amado por El.

Estamos llamados a ser testigos de la Resurrección; testigos del amor que Dios nos tiene; testigos del rostro manso y misericordioso de Dios.

Todo es fruto del trato y relación personal con El y eso procede del seguimiento, del discipulado. Seguidores de un Maestro que enseña el Camino, la Verdad y la Vida.

Todo esto lo podemos encontrar  discurso de san Pablo en Atenas: “Pablo, de pie en medio del Areópago, dijo: Atenienses, veo que sois en todo extremadamente religiosos. Porque, paseando y contemplando vuestros monumentos sagrados, encontré incluso un altar con esta inscripción: Al Dios desconocido. Pues eso que veneráis sin conocerlo os lo anuncio yo. El Dios que hizo el mundo y todo lo que contiene, siendo como es Señor de cielo y tierra, no habita en templos construidos por manos humanas, ni lo sirven manos humanas, como si necesitara de alguien, él que a todos da la vida y el aliento, y todo. De uno solo creó el género humano para que habitara la tierra entera, determinando fijamente los tiempos y las fronteras de los lugares que habían de habitar, con el fin de que lo buscasen a él, a ver si, al menos a tientas, lo encontraban; aunque no está lejos de ninguno de nosotros, pues en él vivimos, nos movemos y existimos; así lo han dicho incluso algunos de vuestros poetas: Somos estirpe suya. Por tanto, si somos estirpe de Dios, no debemos pensar que la divinidad se parezca a imágenes de oro o de plata o de piedra, esculpidas por la destreza y la fantasía de un hombre. Así pues, pasando por alto aquellos tiempos de ignorancia, Dios anuncia ahora en todas partes a todos los humanos que se conviertan. Porque tiene señalado un día en que juzgará el universo con justicia, por medio del hombre a quien él ha designado; y ha dado a todos la garantía de esto, resucitándolo de entre los muertos.

Al oír «resurrección de entre los muertos», unos lo tomaban a broma, otros dijeron: De esto te oiremos hablar en otra ocasión. Así salió Pablo de en medio de ellos. Algunos se le juntaron y creyeron, entre ellos Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris y algunos más con ellos.” Hechos 17, 22-34.

Soy testigo cuando:

  • Tengo una visión positiva del mundo porque confío en Dios.
  • Se consolar mostrando el rostro misericordioso de Jesús.
  • Vivo las Obras de Misericordia.
  • Doy a conocer cómo Dios actúa en las almas.
  • Me preocupo de la felicidad de los demás.
  • Acepto a los otros como son sin querer cambiarles, porque Dios los ama así.
  • Manifiesto mis creencias respetando a los demás.
  • Aborrezco el pecado y quiero al pecador.
  • Trato de vencer el mal que me hacen con el bien que les doy.

Elección, respuesta y testimonio. Dios lo hace todo en tu vida si le dejas, si respondes al plan que tiene preparado para ti, si le dices: Jesús mío te seguiré, y das testimonio al mundo de ese Dios que te quiere, te ama y te salva, siendo el apóstol llevado por la fuerza del Espíritu Santo, que te saca de tu comodidad y tus miedos que te encierran en el Cenáculo como a los Apóstoles. Imploremos la ayuda divina para ser testigos de Esperanza.

Que Dios te Bendiga.

 

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