San Juan Pablo II decía que nuestra era moderna es un tiempo de mal sin precedentes, pero a la vez, también ha sido el tiempo de una gracia sin precedentes: «Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia» (Rom 5,20). En un tiempo de maldad y pecado sin precedentes, ha llegado un tiempo de misericordia sin precedentes. El mal no tiene la última palabra, sino la misericordia de Dios. El mensaje de Jesús es de mayor esperanza y gracia.

Este es el mensaje de la Divina Misericordia para nuestro mundo de hoy: que, en un tiempo de maldad y pecado sin precedentes, ha llegado un tiempo de misericordia sin precedentes. El mal no tiene la última palabra, sino la misericordia de Dios. El mensaje de Jesús es de mayor esperanza y gracia.

Dios tiene poder para restaurar a una humanidad herida por el pecado original… Si tiene poder para traer esperanza y restauración a un mundo herido por dos guerras mundiales, la cultura de la muerte… ¿Acaso el poder de la misericordia no es capaz de sanar las heridas de tu corazón, darte esperanza y hacerlo todo nuevo? Sí, el poder de la misericordia de Dios es más grande que cualquier pecado, que cualquier herida, que cualquier fracaso… El poder de la misericordia de Dios es infinito.

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