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Para encontrar el Norte (22/….). El testimonio de la joven Piluca: una vida enferma con Jesucristo

Para encontrar el Norte (22/….). El testimonio de la joven Piluca: una vida enferma con Jesucristo

El hombre es un buscador pero necesita una brújula para encontrar su norte.

El testimonio de la joven Piluca: una vida enferma con Jesucristo

Esta joven de doce años y enferma desde su nacimiento vive pegada a Jesús en el dolor que lleva con alegría sobrenatural y se lo cuenta al Papa.

«Querido Papa: Soy una chica de 12 años. Desde que nací sufro parálisis cerebral; ya desde muy pequeña mis padres me llevan a médicos, sigo tratamientos, tomo medicinas y todos los días tengo que hacer rehabilitación. También, desde que tengo cuatro años, llevo una lentilla para arreglarme la vista de ese ojo, aunque hace unos días también me la empezaron a poner en el otro, pues están muy contentos de cómo mejora. Voy a natación y también al logopeda, llevo ortodoncia y me hacen unos ejercicios con la mandíbula. Lo peor de todo son las plantillas y las dichosas botas que, además de no ser bonitas, dan un calor insoportable.

»El mes de abril tuve que pasar por el quirófano pues, como empecé a andar a los seis años y no lo hago muy bien, quieren intentar ayudarme, pues tengo que ir con andador. En junio volvieron a operarme, y los médicos están muy contentos. (Llevo una escayola en la pierna y no puedo mojarme ni apoyar el pie. Pronto ya me la quitan). Lo malo es que tengo que estar todo el día molestando a mi familia, pues, como voy en silla de ruedas y no puedo manejar bien la mano derecha, tienen que llevarme y traerme…, y más cosas.

»Santidad, quiero decirle que todos mis sufrimientos, malos ratos, dolores, molestias, tener peores notas que mis compañeros, pues no dispongo de tanto tiempo ni puedo escribir tan de prisa como ellos…, y, quizá, lo que más me duele: no poder tener tantos amigos, o quedar con ellos y que no me llamen… todo eso se lo ofrezco a Jesús todos los días para que muchas almas se salven y puedan ir al cielo, y muchos más niños y niñas conozcan a Jesús.

»Santidad, yo tengo la suerte, la gran suerte, de querer un montón a Jesús, de creer en Dios y rezarle cada día para que me dé fuerzas y poder conseguir todo lo que Él me pide. Aunque a veces me cueste mucho yo sé que no estoy sola. Además, mis padres nos hablan siempre, a mis dos hermanos y a mí, de María, de nuestra Madre del cielo. ¡Eso sí que es una gran suerte! Santidad, le doy recuerdos de mis padres. Sepa que en mi casa hay muchas fotos suyas, pues cuando se casaron mis padres fueron a Roma y usted habló con ellos, los bendijo y creo que, desde entonces, dura esa bendición. Dios los mira con cariño, pues no se imaginan lo felices que son. También le doy recuerdos de mis hermanos Pablo y Javier: ellos le quieren y me han dicho que se lo diga. No se olvide de hablar a Dios de Piluca, de decirle todo lo que lo quiero y que no me olvide. Muchas gracias. Un beso, Piluca».

Jesús Ortiz