5o Retazos Sacerdotales: Jorge Delgado Argibay (Ordenado en 1993)

Me han pedido un pequeño testimonio sobre el sacerdocio. Si miro mi vida sacerdotal (llevo casi veinte años de cura) puedo decir que empiezo a estar cierto en algunas grandes cosas.
La primera es que los sacramentos de la Eucaristía y de la penitencia han sostenido y sostienen mi vida. Poder experimentar el amor, el perdón y la misericordia de Dios a través de estos sacramentos hacen que la vida no quede reducida a mis logros y torpezas. Siempre tiene que ser otra medida, más grande, que Dios me da a través de su Iglesia.
Lo segundo que veo es la riqueza humana que tiene la Iglesia. Poder acompañar a gente que a su vez te corrigen con sus vidas es un gran regalo. Que importante es la gracia de tener amigos, testigos que con sus vidas te abren horizontes, te manifiestan la presencia de Cristo. Este pueblo anónimo y no tan anónimo es el tesoro de la Iglesia, que ayudas, acompañas y que con su testimonio también te corrigen. He aprendido de muchos enfermos, con su abandono y confianza, la fe. De muchas abuelas una cercanía y familiaridad con Dios de otro mundo pero en este; de muchos adultos el deseo verdadero de entregar la vida por Cristo, y de los niños el amor que Dios nos tiene.
Vivir el sacerdocio, dentro de una realidad eclesial, en mi caso Comunión y Liberación, es un gran bien para mi persona. Sacerdotes y laicos, amigos muchos de ellos me hacen presente y cercano a Cristo a través de sus vidas y sus testimonios. Me dijo hace poco una grandísima amiga que la riqueza que llevo y tengo, como la Iglesia es a Jesucristo. Este es el esplendor del sacerdocio, que uno lleva realmente el sentido y significado de la vida, un verdadero tesoro en vasija de barro y que si Dios quiere y con la ayuda de la Iglesia y la virgen María a la que me encomiendo muchas veces seguiremos haciendo presente en la tierra para su gloria.
Jorge Delgado Argibay