¿Por qué soy sacerdote?: Bodas de plata
¡Qué difícil me resulta poner por escrito lo que siento y vivo en lo más profundo de mi corazón!. Hablar sobre mi vocación y si realmente soy feliz, me resulta cuanto poco complicado. Hace ya más de 30 años yo buscaba en un libro similar a éste, las respuestas de aquellas personas que se habían sentido llamadas por el Señor a un seguimiento y renuncia especial, para intentar contrastar con lo que yo sentía y en todas encontraba la misma sensación de indignidad personal ante la grandeza de la misión encomendada, y todos tenían la certeza de la llamada. Yo, como un pequeño Samuel, quería escuchar esa llamada directa que me asegurara que lo que yo pensaba que el Señor quería de mí no era una cabezonada o una equivocación personal.
Las personas con las que trataba de contrastar mi vocación me invitaban a poner mi confianza en Dios, pero realmente no sabía fiarme de él lo suficiente como para soltar el lastre que me anclaba a lo que yo consideraba que debía ser mi vida. Poco a poco se me fueron aclarando las cosas fruto de la reflexión, si, pero sobre todo de la oración; es allí donde un día, como cuando descubres algo que tenias contigo pero no entendías, descubrí que mi vida tenía un sentido si me dejaba en las manos de Dios. Sólo así alcancé la tranquilidad de espíritu que necesitaba para tomar mi decisión, era como encontrar una luz al final de un túnel que te abre la posibilidad de seguir caminando, no como un final de etapa sino como el principio de un nuevo camino que no sabes hasta donde te va a llevar. Poner la confianza en el Señor, ésa fue la clave para descubrir por donde tenía que encaminarme en el futuro, A partir de dar el sí, todo fue bastante más sencillo: Como el pequeño Samuel abrí mi corazón a la voz del Señor y todo se fue clarificando como si de un gran puzzle se tratara, algo que se va construyendo y se va fijando en ti, lo que vas descubriendo: Sacerdote. ¿Y por qué yo? De nuevo me encontraba delante de un gran reto que el Señor me pedía. He escuchado su voz y lo que me pide es difícil, complicado y comprometido, ¿Qué hacer? ¿Cómo ser fiel a lo que el Señor me pide? Abandonándome en sus manos, no podría ser de otra manera, solo así vas descubriendo que la mano amorosa de Dios te va guiando y te va protegiendo.
Veinticinco años han pasado desde el día en que el Señor y yo hicimos un pacto: yo sería su sacerdote pero él sería quien actuara a través de mí; yo me dejaría inundar de él y él llegaría a los demás con mi pobre ayuda. Cada día, durante todos estos años, hemos renovado ese pacto: él ha sido fiel conmigo, aunque a veces no lo viera tan claro, nunca me ha dejado de su mano; yo, he tratado de renovarlo, unas veces con más acierto otras no tanto; todos estos años han dado para muchas cosas pero nunca me arrepentí de ese fiarme en Dios que me ha traído hasta aquí. Dificultades, muchas, alegrías, muchas más y ahora me preguntan si soy feliz, sí lo soy, el más feliz del mundo, porque tengo la certeza de que mi vida está llena de mi relación con Dios, os lo aseguro, porque no podría ser otra cosa distinta que su SACERDOTE.