Al encuentro de María en Lourdes 2011
Otro año más un grupo de 61 peregrinos con Don Rubén Inocencio, nuestro Vicario Parroquial al frente, nos hemos ido a Lourdes.
Iniciamos el viaje el sábado 30 de abril, después de asistir a Misa en la Parroquia a las 7 de la mañana.
Llegamos a Loyola, donde comimos, visitamos la Basílica del Santuario y, a continuación, seguimos viaje hacia Lourdes, donde nos alojamos en el Hotel Arcades, junto al río Gave.
El domingo 1 de mayo fue de gran actividad, madrugamos y a las 8,15 horas iniciamos el Vía Crucis por la montaña, con sus empinados 1.500 metros y sus conjuntos escultóricos realizados entre 1898 y 1911. El recorrido se llevó a cabo con mucho recogimiento, acompañado de cánticos y con un tiempo fenomenal.
Durante la mañana asistimos, en la Basílica de San Pío X, al acto de Beatificación del Papa Juan Pablo II, con gran emoción ya que a todos nos ha calado muy hondo el amor por este Papa – nuestro Papa – para la mayoría de nosotros.
A las tres de la tarde asistimos a la Misa Internacional, concelebrada por D. Rubén y que resultó una experiencia, aunque un poco larga, casi 2 horas, de gran devoción, con asistencia de más de 25.000 personas en los 12.000 metros cuadrados de la Basílica subterránea.
A las 9 de la noche asistimos al Santo Rosario y participamos en la Procesión de las Velas, tan concurrida como siempre, que resultó magnifica.
El lunes 2 de mayo también madrugamos, y tras cruzar los Pirineos por Candanchú, con algún “despiste” por el camino, llegamos a Jaca donde algunos pudimos pasear brevemente por la Ciudadela y otros ver la Catedral. Comimos y seguidamente iniciamos el viaje hacia Zaragoza.
Visitamos la Basílica del Pilar, realizamos pequeñas compras y oímos Misa en la Iglesia de San Juan de los Panetes, barroca, próxima a la Plaza del Pilar, en cuyo altar hay un Calvario del siglo XVI salvado de un gran incendio.
A continuación nos fuimos a por lo que restaba del camino, haciendo parada técnica en Medinaceli (Soria) carretera N II, Km. 150 y siguiendo hasta nuestro destino, al que llegamos felizmente.
Tras las despedidas todos quedamos con un hasta la próxima, si Dios quiere.
Un peregrino