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Los católicos se juegan la vida en Pakistán

La Santa Sede ha revelado el mensaje que lanzará al mundo el Papa Benedicto XVI el próximo 1 de enero de 2011 en la Jornada Mundial por la Paz, que advierte que sin libertad religiosa no habrá verdadera paz. En la jornada, que se celebra desde 1968 el primer día del año, el Pontífice reflexionará sobre la situación mundial del catolicismo y la superación de conflictos entre católicos y otras religiones. 

A Benedicto XVI le preocupan “las diversas formas de limitación o de la libertad religiosa” que se registran incluso hasta “la persecución y la violencia contra minorías religiosas”. Hace mención especial al fundamentalismo –que debería “excluirse de la religiosidad”- al considerar que “todo lo que se opone a la dignidad del ser humano se opone a la búsqueda de la verdad.
 
Precisamente, en la búsqueda de la verdad es donde el Papa inscribe la libertad religiosa que es “la libertad de las libertades” y es auténtica siempre que sea “coherente con la búsqueda de la verdad. Muestra del interés del Pontífice en este tema fue la insistencia -ante la Asamblea General de las Naciones Unidas- en la inclusión de la libertad religiosa en los derechos humanos “como expresión de una dimensión tanto individual como comunitaria, una visión que manifiesta la unidad de la persona, aún distinguiendo entre la dimensión de ciudadano y la de creyente”.
 
Católicos en Pakistán
 
En este contexto de análisis de la situación de los católicos en el mundo, cabe hacerse eco del reportaje de Ayuda a la Iglesia necesitada (AIN) sobre la situación de los católicos en Pakistán.
 
Los católicos en Pakistán son una minoría religiosa, representan apenas el 0,7% frente el 97% de musulmanes. Sin embargo, esta minoría goza de notable vitalidad: las vocaciones no faltan, los seminarios están llenos y 270 sacerdotes y 735 religiosas garantizan la cobertura a todos los fieles. Su labor se reparte entre 566 centros educativos, 53 albergues o 37 centros sanitarios. En multitud de centros de ayuda social dan soporte a los más desfavorecidos de la sociedad: minusválidos, pobres, ciegos, drogadictos, leprosos, ancianos, mujeres y niños.
 
La misión de AIN es la de estar junto a los católicos del mundo dando soporte material y espiritual así como concienciando a Occidente sobre la situación de persecución que padecen. De los muchos actos de violencia de corte fundamentalista recogemos la tragedia de Gojra.
 
Durante una boda cristiana en la localidad paquistaní de Gojra se utilizó papel de periódico para elaborar el confeti que posteriormente se arrojó a los novios como indica la tradición. Este inocente acto se convirtió en una oleada de ataques contra la minoría católica de la ciudad que duró más de tres horas y que terminó con la vida de 6 miembros de una familia.
 
¿El motivo? Según parece, uno de los papeles de confeti mencionaba el nombre de Alá y un musulmán denunció el hecho como blasfemia –considerando que los invitados habían pisado un papel con el nombre de Alá- amparado en la Ley anti-blasfemia que cada año se cobra un millar de denuncias.
Como resultado de esta denuncia, un nutrido grupo de hombres fue arengado en el discurso de la mezquita e inmediatamente se lanzaron contra la comunidad de católicos al grito de “¡Muerte a los infieles!” arrojando piedras ante la pasividad de la policía. La violencia fue salvaje, “entraban en las casas, quemaban todos nuestros enseres, pisoteaban biblias y crucifijos, e incluso hicieron actos obscenos delante de nuestras familias”.
 
El padre superviviente de la familia, el señor Almas, que mencionábamos más arriba vio como asesinaban a sus dos hijos, asestaban un tiro a su padre y quemaban vivos a su mujer, hermano y cuñada. A falta de un juicio –del que se desconfía una sentencia justa-, Almas permanece escondido y sufre las amenazas de los violentos pese a que, entre lágrimas, afirma “nada ni nadie me separará del amor de Dios”.
 
“Si alguien ofende al islam, el castigo es la muerte”
 
En una entrevista de Marie-Paulinje Meyer para Dios llora en la Tierra -programa semanal de Catholic Radio, Monseñor Coutts habla de su vocación y de la aplicación de la ‘ley de blasfemia’ en Pakistán.
 
El obispo alerta de la peligrosidad de la ley 295C o ‘ley de blasfemia’ tanto para musulmanes como, sobre todo, para los cristianos, que son el colectivo más afectado. “Si alguien desafía el nombre del santo profeta Mahoma de la forma que sea, directa o indirectamente, el castigo es la muerte”. Lo más grave es que la ley “no menciona la intención, si el delito se comete de modo accidental o por ignorancia”.
 
Monseñor Coutts denuncia que “es muy fácil acusar a alguien de haber hablado contra el Profeta. Nadie se para a preguntarse si la acusación es verdadera”. Por eso, apunta varios ejemplos ridículos que han acabado con penas de muerte o cárcel como el hecho de que a alguien se le caiga accidentalmente al suelo el Corán o que reciclando papel se encuentre una página del libro sagrado.
 
Preguntado acerca de su vocación, el obispo enumera muchos factores que favorecieron su dedicación a la Iglesia: su educación en un colegio católico de los Hermanos Irlandeses, la “impresionante dedicación” de los padres capuchinos belgas en su país, la religiosidad de su familia, en especial de su madre, que colaboraba con las actividades de la parroquia.
 
Fue una vocación nacida en la infancia, “cuando estás en el colegio, tienes muchos ideales”. Sin embargo, sus intereses y referentes no eran exactamente religiosos, “tenía muchas ganas de ser piloto. Me gustaba la ingeniería y admiraba un actor de Hollywood llamado Bradford Dillman que solía interpretar el papel de pistolero”, explica.
 
Por casualidad, ese mismo actor interpretó a San Francisco de Asís y le hizo ver que “había otro tipo de héroes que también impactan. Hay otra forma de heroísmo que no sea ser un piloto de un caza o algo parecido y así fue cómo tuve el deseo de ayudar a los demás”, concluye.
ForumLibertas.com 20 de julio de 2010