Blog

Sapere aude (¡Atrévete a saber!)

HOY: ¿VAMOS A RENEGAR DE TODO LO BUENO DE NUESTRA CIVILIZACIÓN?

El 6 de diciembre Monseñor Sebastián, Arzobispo emérito de Pamplona-Tudela razonaba en la Red sobre el controvertido tema de los crucifijos en las aulas. La discusión viene larvada desde hace años entre los políticos españoles y en unos pocos más. El tema no interesa. Es más, interesa que las cosas sigan como estén, pero los políticos (de cualquier color), que no le dan ni una patada a un cortijo, enredan y enredan la madeja, haciendo la convivencia inviable, crispada. Primero, entre ellos mismos, luego saltan a los medios de comunicación y, después, invaden nuestra intimidad haciendo que tomemos partido y estemos en contra del vecino a cara de perro, cuando en realidad somos amigos desde la infancia.

Muchos pensarán: y todo esto por un crucifijo. Bueno, pues sí y no. Ese símbolo cristiano colgado en las paredes de nuestras aulas recuerda nuestros orígenes, de dónde procede nuestra civilización occidental: sus raíces son cristianas. Esto, en una sociedad laicista hay que borrarlo de la memoria. Es muy fácil: hay una gran pelea, se borra y, dentro de cien años no queda nada. Es más, se podrá reivindicar la memoria histórica de Europa con otras raíces: musulmanas, vikingas, precolombinas, etcétera.

Es todo fruto del relativismo: nada es cierto; la verdad se fabrica. Es tremendo, porque esa afirmación es ya un absoluto. Ellos crean el juego e inventan las reglas, por ellas hay que pasar. Es que parecemos tontos, acomplejados de ser cristianos.

Y esto sucede en tantos lugares de todo el mundo, crear la verdad por mayoría; y además una verdad que no está de acuerdo con el programa que los ciudadanos han votado. ¿Qué me dicen de la enseñanza, del aborto (al que todas las encuestas en España han rechazado, por no verla necesaria), de la economía…

Quieren quitar los crucifijos de las escuelas, de todos los centros concertados, aunque sean católicos. El gobierno necesita los votos de la extrema izquierda y éstos le ponen su precio. El PSOE pasa por todo con tal de seguir mandando.El gran argumento es: el Estado español es laico y en donde se paga con dinero público no tiene que haber ningún signo religioso. Muy contundente, pero falso.

El Estado paga para que los ciudadanos puedan vivir de acuerdo con sus conciencias. Eso es lo que dice la Constitución. Los gobernantes no pueden imponer sus opiniones aprovechándose del dinero público. El dinero no es del Estado, es de los ciudadanos y para los ciudadanos. Los espacios públicos no son del Estado, son de los ciudadanos y tienen que reflejar los gustos y los deseos de los ciudadanos, no los de los gobernantes.
 Los padres católicos no deben permitir que se quiten los crucifijos ni de los centros concertados ni de los públicos. Los centros públicos no son del Estado, son de los ciudadanos, los pagan los ciudadanos y tienen que responder a los deseos de los ciudadanos. Y si los alumnos son de varias religiones, lo justo es que cada grupo pueda poner sus signos, con paz, con respeto, con verdadera tolerancia y convivencia. Eso es lo civilizado, lo democrático, lo razonable. Lo otro es revanchismo, incultura, persecución cultural.
 ¿Por qué la voluntad de uno que no quiere el crucifijo se ha de imponer sobre la voluntad de muchos que sí lo queremos? Esto sin entrar a analizar lo que el crucifijo significa. Ante todo es un símbolo religioso de primera categoría, significa el amor y el perdón de Dios, la esperanza de la salvación, la unidad y la paz para todos los pueblos. ¿A quién le puede molestar? Son ganas de fastidiar. A mí no me molesta ver la media luna donde haya un grupo de devotos musulmanes. Por otra parte el crucifijo es el símbolo básico de la religión cristiana de la que ha nacido en gran parte la cultura europea, el conocimiento de la dignidad suprema de la persona humana, el concepto de libertad y de responsabilidad, la igualdad básica de varón y mujer, la estabilidad y fidelidad de la familia, la unidad de la humanidad y la igualdad de todos los pueblos, la esperanza de una historia abierta y progresista, la dignidad del trabajo humano, los valores morales de occidente, el perdón, la misericordia, el amor y la convivencia, la mayor parte del arte europeo, la pintura, la arquitectura, la música y tantas cosas más.
 
¿Vamos a renegar de todo lo que ha creado el cristianismo en la historia y en la vida de Europa y de España? Corrijamos los errores, de acuerdo, pero no destruyamos nuestra civilización.
 

 

 

 

Si nuestro gobierno termina aceptando e imponiendo esa consigna extranjera y sectaria –que se lo pensará–, manifestaría una increíble inmadurez cultural y una alarmante falta de patriotismo serio y profundo. Detrás de todo esto hay una negación del Cristianismo, una negación de la religión en general, y en el caso concreto de España un suicidio cultural e histórico.
Un pueblo que reniega de su historia no puede durar. Si en nuestra sociedad no nacen hijos y ahora negamos nuestra cultura y nuestra historia, tenemos los días contados. Esto tiene que cambiar. Alguien tiene que levantar otra bandera.
 
Autor: Fernando Sebastián