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Benedicto XVI declara “venerables” a los Papas Juan Pablo II y Pío XII

Benedicto XVI declaró ayer «venerables» a dos gigantes entre sus predecesores: Juan Pablo II «el Grande», cuya devoción surgió espontánea en todo el mundo desde su muerte en 2005, y Pío XII, quien desarrolló un Pontificado extraordinario desde 1939 a 1958.
El Papa reconoció también el martirio del capellán de «Solidarnosc» Jerzy Popieluszko, asesinado por funcionarios del ministerio del interior polaco en 1984, y los milagros que permitirán beatificar a tres españoles: el periodista andaluz Manuel Lozano Garrido (1920-1971) y los capuchinos Leopoldo de Alpandeire (1866-1956) y José Tous y Soler (1811-1871).
Confirmación del milagro
El decreto aprobado ayer por el Papa declara que Juan Pablo II vivió las virtudes cristianas «en grado heroico» por lo que recibe el título de «venerable». La Congregación para las Causas de los Santos pasa ahora a estudiar la curación repentina de la religiosa francesa Marie Simón Pierre, de 47 años, cuyo párkinson desapareció de modo inexplicable la noche del 2 de junio del 2005, después de haber rezado y escrito el nombre de «Juan Pablo II» en un papel por orden de su superiora.
El expediente completo, con todas las pruebas médicas está en el Vaticano desde la primavera del 2007. Ahora será estudiado por la comisión médica y, después, por la comisión teológica. Muy probablemente el Papa confirmará el carácter milagroso en marzo, de modo que la beatificación podrá celebrarse el 16 o el 17 de octubre del 2010 como ya adelantó ABC el 18 de noviembre. El Vaticano ha propuesto a las autoridades italianas la declaración oficial de «gran evento», pues acoger a un millón de personas requiere una operación logística de extraordinaria complejidad.
La sorpresa de ayer fue que el Papa añadió también a Pío XII en los decretos de «virtudes heroicas», con la consiguiente declaración de «venerable» después de un periodo de reflexión y estudio de casi dos años para despejar cualquier duda sobre la ayuda que Eugenio Pacelli prestó al rescate de cientos de miles de judíos en la Segunda Guerra Mundial. Fue un gesto humanitario aplaudido en los años cincuenta y sesenta, pero completamente distorsionado posteriormente, hasta el punto de acusarle de complicidad en el Holocausto.
ABC.es JUAN VICENTE BOO | ROMA