Adoración Real, Perpetua y Universal al Santísimo
Es un movimiento de la Santa Iglesia Católica, de ámbito universal, con personalidad jurídica propia, que bajo la vigilancia y régimen de la Conferencia Episcopal Española, tiene por finalidad promover con la mayor intensidad la fe en la presencia real y permanente de Jesús en la Eucaristía y la adoración continua al Santísimo Sacramento en las parroquias (donde tiene su lugar de preferencia), templos, catedrales y otras comunidades eclesiales (colegios, seminarios, comunidades religiosas….).
La A.R.P.U, fiel a su carisma fundacional, tiende a encomendar de modo ininterrumpido los objetivos de la pastoral universal, diocesana, parroquial, de la comunidad y las vocaciones sacerdotales, las de especial consagración y las de laicos comprometidos. Cada miembro se compromete a hacer media hora semanal de visita al Santísimo.
Se Adora para amar en donación y gratuidad como nos ama Dios y en el sentido en que se entiende el amor en el Evangelio.
Ahora bien, el descubrimiento espiritual de que Dios es mi Padre y mi relación de intimidad con Él, me implica humana e inevitablemente en mis relaciones fraternales y en el compromiso por el Reino.
Es característico de un adorador:
Ser eucarístico. Fomentando clima eucarístico en las familias y comunidades eclesiales, así como participar frecuentemente en la Celebración Eucarística y en el Sacramento de la Penitencia.
Ser evangelizador. Distinguiéndose por su colaboración en las tareas eclesiales.
Ser mariano. Con un gran amor a María a la que se tendrá como modelo paradigmático de adoración junto con su esposo San José.
PALABRAS DEL SANTO PADRE SOBRE LA ADORACIÓN
“Quiero también reiteraros mi invitación a hacer de la Adoración al Santísimo Sacramento fuera de la Santa Misa una practica habitual en las comunidades cristianas, según el espíritu y normas de la Iglesia. Este culto prolonga y prepara de la mejor forma el encuentro con Cristo en el sacrificio y banquete eucarísticos, y es expresión de Adoración y amor de toda la comunidad cristiana a su Señor. De ese encuentro con Cristo en el Sagrario nacerán vocaciones sacerdotales, religiosas, misioneras, que lleven la luz del evangelio hasta los confines del mundo. En ese crisol “del amor de los amores” se forjará el temple apostólico de los laicos cristianos testigos de Cristo en medio de las realidades temporales; en la intimidad del tabernáculo recibirán nuevo vigor los valores que han de reinar en los hogares para hacer de la familia lugar de encuentro con Dios, centro de irradiación de la fe, escuela de vida cristiana. En el pan del cielo, podrá hallar la familia el sustento que la mantenga unida al peligro del presente y la preserve como baluarte de la vida frente a la cultura de la muerte.”
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