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Benedicto XVI: la liturgia no es “algo añadido” a la vida cristiana, sino su “corazón” (vídeo 1’05”)

El Papa responde a las preguntas de los párrocos de la diócesis de Roma

 

Benedicto XVI considera que la liturgia “no es algo extraño” en el quehacer de la parroquia, sino el “punto de unificación” e incluso el “corazón” del que viene la fuerza para actuar.

Fue la respuesta que ofreció al padre Marco Valentini, vicario en la parroquia de san Ambrosio, durante el encuentro que mantuvo con los párrocos de la diócesis de Roma, el pasado jueves 26 de febrero.

El Papa respondió que “todos debemos aprender mejor la liturgia, no como algo exótico sino como el corazón de nuestro ser cristianos”.

La celebración litúrgica de los sacramentos, explicó, no debe ser “algo extraño junto a trabajos más contemporáneos como la educación moral, económica, etc. Puede suceder fácilmente que el sacramento quede un poco aislado en un contexto más pragmático y se convierta en una realidad no del todo integrada en la totalidad de nuestro ser humano”, admitió.

Especialmente, el Papa puso el acento en la necesidad de que los fieles “redescubran” la Eucaristía en toda su plenitud.

“Debemos aprender a celebrar la Eucaristía, aprender a conocer a Jesucristo, el Dios con rostro humano, de cerca, entrar realmente en contacto con Él, aprender a escucharle y aprender a dejarle entrar en nosotros”, explicó.

La comunión sacramental “es precisamente esta interpenetración entre dos personas. No tomo un trozo de pan, o de carne, sino que tomo o abro mi corazón para que el Resucitado entre en el contexto de mi ser, para que esté dentro de mí y no sólo fuera de mí, y así hable conmigo y transforme mi ser, me de el sentido de la justicia, el dinamismo de la justicia, en celo por el Evangelio”.

Ante esto, añadió, “debemos colaborar todos en celebrar cada vez más profundamente la Eucaristía: no sólo como rito sino como proceso existencial que me toca en mi intimidad, más que cualquier otra cosa, y me cambia, me transforma. Y transformándome a mí, da comienzo a la transformación del mundo que el Señor desea y de la que quiere hacerme instrumento”.

 

ROMA, jueves 5 de marzo de 2009 (ZENIT.org).-

 

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