¿Has hecho un retiro de conversión en el que has tenido una experiencia de Dios, de su amor, y te has encontrado con Jesús vivo; pero pasa el tiempo y parece que no sientes tanto y te desinflas? ¿Has comenzado a hacer oración y empiezas a sentir sequedad?

Has experimentado el amor de Dios, su misericordia y has sentido internamente a Jesús vivo. Es un motivo de alegría porque muchas personas se encuentran con Jesús en este tipo de retiros. Has pasado de estar alejados de Dios o viviendo una fe cultural, a tener a Dios en tu vida, hablar de Jesús de forma normal y vivir una fe personal. Algunas personas que no iban a Misa ni pisaban una iglesia, ahora dicen: «Gloria a Dios. Viva Cristo». Muchos dicen: «Es como volver a casa y quiero quedarme aquí. ¿Qué tengo que hacer para quedarme siempre en casa?».

Cuando sucede ese encuentro con Jesús, se comienza a ir a adoración todas las semanas, uno se confiesa, trata de llevar a sus amigos a los retiros e intenta luchar por ser mejor cristiano. Algunos dicen: «¿Cómo podía vivir antes sin Dios en mi vida?». Porque cuando uno experimenta el amor de Dios, todo lo demás se hace pequeño, y sólo quieres transformar tu vida con el amor de Jesús. Entonces, se comienza una vida de oración en la que se intenta escuchar la “voz” de ese Dios que tocó nuestro corazón.

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