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Benedicto XVI en su discurso a la delegación de Macedonia guiada por el presidente del parlamento presente en el Vaticano, con ocasión de las fiestas de los santos copatrones de Europa, Cirilo e Metodio, recordó que en su tiempo los frutos de la evangelización de estos dos santos fueron abundantes. Ellos conocieron los sufrimientos, privaciones y hostilidad, pero soportaron todo con increible fe e invencible esperanza en Dios. Con esta fuerza se entregaron los pueblos que les confiaron, custodiando los textos de las escrituras, indispensables para las celebraciones de la sagrada liturgía, traducida por ellos en la lengua paleoslava, escrita en un nuevo alfabeto y sucesivamente aprobados por la autoridad de la Iglesia. En las pruebas y en las alegrías se sintieron acompañados por Dios y experimentaron cotidianamente su amor y el de sus hermanos.