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Un Evangelio con “efectos especiales”

Juan Ignacio Valdivieso vive en Chile y es ingeniero de sonido y dueño de un estudio de grabación. En este relato cuenta cómo conoció el Evangelio a partir del trabajo de edición que realizó con un amigo

“Todo comenzó cuando mi amigo Raúl Bezanilla me pidió que mejorara la calidad de un CD con pasajes del Evangelio que le había llegado de España a don Álvaro Rocha, sacerdote del Opus Dei. Como el resultado no era bueno, me tomé la libertad de cambiar las voces españolas por chilenas y ambienté los pasajes con sonidos de la naturaleza, música y otros ‘efectos especiales’. A todos les encantó y María Paz, la señora de Raúl, sugirió que grabáramos el Evangelio completo.

“Yo estaba absolutamente alejado de la Iglesia desde los trece años: llevaba treinta y cinco sin acudir a Misa, sin confesión, sin recibir la Comunión.

“Acepté el proyecto sólo por cariño y compromiso hacia las personas que me lo pidieron. Me fui metiendo y a los pocos meses de trabajo, desayunaba Evangelio, almorzaba Evangelio y comía Evangelio. Gracias al apoyo y amistad de don Álvaro, me reencontré completamente con Dios y me vino una tranquilidad absoluta. Comencé a asistir a Misa los domingos y luego los días de semana”.

“No me importa el dinero” 

Lo que al comienzo parecía tarea de unos pocos meses, se transformó en un gigantesco proyecto de audio que involucró a treinta y siete actores y más de mil horas de grabación que se concretaron en ocho CD, con 279 pistas.

Existía un solo problema, el económico, porque el proyecto era totalmente inviable.

Para el personaje de narrador, Juan Ignacio quería a Fernando Solís, uno de los tres locutores más importantes del mercado latinoamericano de publicidad, además de ser la voz en español de todas las sinopsis de Universal Pictures.

“Me decidí a llamarlo y contarle sobre el proyecto, explicándole que desgraciadamente los honorarios para este personaje eran más bien simbólicos, ya que equivalían a lo que él ganaba por grabar dos comerciales que le tomaban diez minutos.

“Me escuchó muy tranquilo, sin pronunciar palabra al otro lado del teléfono; cuando terminé de hablar, me dijo: ‘Yo estoy todo el día grabando textos sobre pastas de dientes, bancos, etc. Mi voz es un don de Dios y qué mejor manera de retribuirle este don que participar en este trabajo; no me importa el dinero: dime tú cuanto tienes y no nos hagamos problema por esto’.

“Yo no podía creer lo que estaba escuchando y me dejaron muy impresionado sus palabras.

“Durante quince meses, Fernando grabó prácticamente todos los días. Nunca tuvo una mala palabra, un gesto de desgana, una grabación mal hecha. Fue un ejemplo de generosidad y profesionalismo para todos”.

“En los momentos difíciles, el nivel de compromiso, incluso en personas alejadas de la fe, nos motivaba a seguir adelante. Aportaron su trabajo (había que grabar hasta doce veces, pues nada resultaba a la primera) sin pensar en la retribución económica, a pesar de que muchos no tenían una buena situación. Patricio, el actor que interpreta a Jesús, me confesó que después de cada grabación dejaba de hacer comerciales durante tres días por lo emocionado que quedaba. Al final, me dijo: “¡gracias, gracias por haberme permitido participar en este proyecto. Es lo mejor que he hecho!”

“Otro que se involucró completamente y del cual aprendimos mucho fue Daniel Lencina hijo, compositor de los quince temas de música original. Pese a que varias veces debía tocar con su grupo hasta la madrugada, aparecía impecable cada mañana en el estudio”.

Parada junto a la puerta, no pudo aguantar la emoción

Para el personaje de Zacarías, Juan Ignacio quería a una vieja gloria de los locutores chilenos. “Hablé con él y me dijo que lo haría encantado, pero que no vendría al estudio, sino que mandaría por internet el texto grabado. La primera grabación enviada no sirvió, pues era muy débil y necesitaba una dirección. Hablé con él nuevamente y le comenté que no estábamos llegando al personaje. Me mandó una nueva grabación que tampoco pudimos usar. Logré convencerlo de que fuera al estudio a grabar y no llegó de muy buen humor. Lo puse a escuchar el resto de la pista ya terminada en la que faltaba sólo su voz y le dije que se imaginara el tiempo, el lugar y el personaje. Al concluir, nos pusimos a oír. Vi que tenía los ojos húmedos, me dio un fuerte abrazo, me dijo: ‘gracias’ y se fue. Grabamos una vez solamente y creo que salió perfecto.

“En otra ocasión, le mandé una copia del pasaje de la Anunciación al actor que prestó su voz al arcángel Gabriel. Luego de un par de horas me llamó para contarme lo que le había pasado: estaba en su dormitorio oyendo muy concentrado cuando cerca del final del audio escuchó unos sollozos; se dio vuelta y vio a la empleada de su casa que se había quedado en silencio, parada junto a la puerta. No había podido aguantar la emoción.

“Dediqué a este proyecto más de mil horas de trabajo en estudio, infinitos desvelos y muchas levantadas al alba, con un amor y perseverancia que es difícil de contar y trasmitir. Cuando estábamos en la mitad de la grabación, quise hacer mi Confirmación. “Me siento un afortunado y eterno agradecido de haber podido participar en este proyecto y de recibir todo el cariño y amor que descubrí al reencontrar mi relación con Dios.

“Sólo puedo dar gracias a las personas que me pidieron participar en este trabajo e infinitas gracias a Dios por haberse fijado en mí y haberme entregado y enseñado tanto en este año y medio”.

Los ocho CD pueden obtenerse en el Club de Lectores de El Mercurio o en www.jesusdenazaret.cl. En este sitio también es posible oír parte de la grabación del Evangelio.

 

www.opusdei.es