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Nace la Sociedad de Científicos Católicos, es internacional y en 2 años ya suma 750 socios

Stephen M. Barr es el presidente e impulsor de la Sociedad de Científicos Católicos

¿Tiene sentido organizar asociaciones de científicos católicos? En junio de 2016 en Estados Unidos fundaron la Society of Catholic Scientist (Sociedad de Científicos Católicos, www.catholicscientists.org), como organización internacional de laicos y están muy satisfechos. El objetivo es claro: “animar al compañerismo entre los científicos católicos y ser testigos de la armonía entre la fe y la razón“.

Entre sus misiones está también el “aportar foros para debatir la relación entre la ciencia y la fe católica” y “ser un recurso para los que tienen preguntas sobre el significado de teorías o descubrimientos científicos y su relación con la fe”. En su primer año, se sumaron 500 socios y en abril de 2017 acudieron un centenar de participantes a su convención inaugural. Hoy cuenta con 750 socios, el 80% están en Norteamérica.

La asociación se adhiere a la fe de la Iglesia y opera dentro de su magisterio, pero no se implica en acciones políticas ni hace declaraciones sobre asuntos de políticas públicas. Su obispo consejero es el arzobispo Charles Chaput de Filadelfia, con su ayudante, Francis X. Maier, como enlace principal. Siete científicos son los directores de la asociación.

Del 8 al 10 de junio de 2018 se celebró su segunda gran convención en Washington, en colaboración con el Thomistic Institute (thomisticinstitute.org), que busca reforzar la formación de los católicos en el mundo universitario.

No hay conflicto realmente entre fe y ciencia, pero tienes que trabajar con cuidado en algunos temas“, avisa el sacerdote dominico Dominic Legge, director del Thomistic Institute. La Biblia y la tradición de Israel piden a cada fiel: “amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente...” El padre Legge señala que “aprender a amar al Señor con toda tu mente significa dedicar todos los recursos de tu mente a entender lo que Dios ha creado y, al final, a intentar entender todo lo que podamos de Dios mismo”, afirma.

Dominic Legge, el director del Thomistic Institute en Washington

El encuentro de 2018: lo físico y la mente

He aquí los temas que se trataron en el encuentro, todos ligados al lema de la jornada, La mente humana y el fisicalismo (la doctrina que afirma que solo existen las cosas físicas):

– Argumentos a favor de la inmaterialidad de la mente, por Edward Feser, filósofo laico autor del libro “La última superstición: refutación del nuevo ateísmo”

– El papel del observador en la mecánica cuántica, por Stephen M. Barr, físico de la Universidad de Delaware autor del libro “Modern Physics and Ancient Faith”; Barr defiende que la mecánica cuántica encajaría bien con una Mente trascendente; es el actual presidente de la asociación.

– Aleatoriedad en los fenómenos cuánticos, por Valerio Scarani, un italiano investigador de física cuántica en Singapur

 50 años sin libre albedrío, por Aaron Schurger, un doctor en neurociencias que trabaja en Francia (aquí se puede ver esta ponencia en inglés; relativiza algunos experimentos que medían la toma de decisiones en el cerebro)

– Sobre si la mente puede mecanizarse, por el profesor Peter Koellner, de la Universidad de Harvard

– Dentro del cerebro, dentro de la tierra: el trabajo del beato Nicolaus Steno, por Andrew A. Sicree (recordando a este médico y geólogo genial danés, del siglo XVII, hijo de un pastor luterano, que se hizo católico y murió como obispo misionero en las ciudades bálticas.

– Ecología integral como restauración del papel correcto del hombre en la creación, por la doctora Kara Lamb

– Los agujeros negros y la estructura del espacio tiempo, por Juan Martín Maldacena, físico argentino en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton

– Naturalismo poético frente a una realidad no física, por Michael B. Dennin, profesor de física y astronomía en Irvine

– La libertad del mundo físico: ¿eres una máquina?, por Craig S.Lent, físico en la universidad de Notre Dame

– Primero la mente: por qué el programa de decoherencia apoya la interpretación de Copenhague, por Javier Sánchez-Cañizares, de la Universidad de Navarra (una de sus interesantes conferencias sobre mente, ateísmo y multiverso aquí en español)

Stephen Barr, físico de 64 años, presidente de la asociación, admitió al Catholic Herald estar encantado por el encuentro: reunir cien científicos católicos para explorar estos temas era una novedad absoluta y un gran disfrute para todos ellos.

Sorpresa: gran deseo de juntarse y apoyarse

Explicó que cuando se fundó la asociación en 2016 quedaron todos sorprendidos de la sed y el deseo que había respecto a ella: muchos habían deseado algo así durante años. “Hay muchos científicos religiosos, los ateos militantes que sueles leer son una minoría diminuta”, explicó.

Cree que hay tantos socios (750 en apenas dos años) porque muchos científicos católicos se sienten poco apreciados en su entorno laboral o académico y de verdad necesitan este compañerismo.

De luterana a católica y enamorada de la ciencia

Una de las directoras es la sueca Karin Oberg, de 35 años, profesora de astronomía en Massachussets. Se formó en una familia luterana en Suecia, pero se hizo católica en 2012, con 29 años. Explica que ella profundizó en su fe ya en Estados Unidos, cuando investigaba cómo la física y química se relacionaban en la formación de estrellas y planetas. Su objetivo es demostrar a sus alumnos que la ciencia y la fe encajan.

Karin Oberg suele hablar de galaxias, planetas… y posibilidad de vida en ello

Soy científica y católica por muchas de las mismas razones: un sentido de la maravilla en el mundo, un sentido de que todo tiene sentido a un nivel más profundo y que todas las cosas se mantienen unidas de una forma coherente. Ambas son parte de lo que me hace católica y creo en Dios y hago ciencia. ¿Dónde está el problema?”, plantea.

La asociación quiere tener más socios de más países y organizar convenciones similares por todo el mundo.

ReL