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Aula de Actualidad: Persuasión política y manipulación periodística

Captura de pantalla 2016-05-16 a la(s) 13.47.49D. Juan Maciá Mercadé es Doctor en Ciencias de la Información con Premio Extraordinario, por la Universidad Complutense de Madrid y Licenciado por la Universidad Autónoma de Barcelona. Técnico de Publicidad. Técnico de Radiofonismo. Actualmente, ya jubilado, cursa Derecho en la UNED. Ha ejercido como Periodista más de cincuenta años en medios de prensa escrita y radio de ámbito local, regional y nacional. Directivo de empresa de publicidad, relaciones públicas, asesoramiento en comunicación, en ámbito nacional e internacional. Durante veinte años ha sido Profesor de Estructura de la Información y de Comunicación Persuasiva en la Universidad San Pablo CEU para alumno de tres Licenciaturas: Periodismo; Comunicación Audiovisual; Publicidad y Relaciones Públicas y de Cursos de Doctorado . Ha dirigido doce Cursos Superiores de Verano en Galicia y ha publicado, entre otros libros, “Comunicación persuasiva para la sociedad de la información”, “Comunicación y Personas” y “La Comunicación Regional y Local”.

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AULA DE ACTUALIDAD: PERSUASIÓN POLÍTICA Y MANIPULACIÓN PERIODÍSTICA: CÓMO DEFENDERSE. Lunes, 9 de mayo de 2016

Ponente: Dr. D. Juan Maciá Mercadé

La Información dá a conocer. La persuasión pretende influir. El ponente lo ilustró con dos párrafos del libro del Génesis. En cuanto a manipular, palabra derivada de “manípulo”, estandarte de una unidad militar romana, tiene dos acepciones: Realizar operaciones con las manos o intervenir en algo con habilidad y malicia para conseguir un objetivo.

Con varias anécdotas ilustró el origen y desarrollo de signos, marcas y logos , así como el valor del lenguaje para determinar nuestra clase de pensamiento o la manera con que actuamos respecto a otras personas. También puso ejemplos de ambigüedad semántica, utilizado muchas veces por políticos y periodistas.

Se refirió al “adanismo” que manifiestan tantos jóvenes, especialmente radicales o populistas, que parecen ignorar todo el pasado de la humanidad y que precisan de una gran dosis de una asignatura fundamental para periodistas y políticos: La Historia.

Distinguió entre personas idealistas o fanáticas. Idealista es la persona que posee, ella, un ideal abierto y lo propone a otros, aún a costa de que ello le acarree algún sufrimiento. Fanático es, en cambio, la persona que está poseída, ella, por una ideología estrecha y la quiere imponer a los demás, aún a costa de causarles sufrimientos. Como paradigma de ambas condiciones en una misma persona se refirió a San Pablo, primero fariseo fanático perseguidor y sacrificador de los cristianos y luego, abrazado el ideal de la Buena Nueva de Cristo, apóstol sacrificado de los gentiles.

Mostró como se puede tergiversar el contenido de un manifiesto político, según se lea de arriba abajo o a la inversa y como eso no ocurre con la oración del Padre nuestro.

En cuanto al “cuarto poder”, los medios de comunicación social, para realizar su función de control y contrapeso de posibles abusos de los otros tres poderes que conforman un estado democrático, requieren Libertad de prensa (derivada de la “libertad de expresión”), pluralidad e independencia ideológica y económica.

“Pluralidad” aclaró, no se refiere a cantidad de cabeceras de periódicos y revistas, de emisoras de radio, de canales de televisión, sino, principalmente, al número real de empresas propietarias de los medios. La concentración de medios de masa en pocas manos atenta contra la libertad de expresión. Y cuando el periodista se posiciona en el bando de los poderosos, se convierte en un “propagandista”.

Detalló la propiedad del duopolio de la televisión privada, de los siete grandes grupos de prensa escrita y de las cadenas radiofónicas, incluída la COPE, la única que no tiene entre sus accionistas bancos, grandes empresas nacionales y extranjeras, especuladores, o empresas de tecnología de la comunicación, dado que pertenece a la Conferencia Episcopal Española.

Finalmente expuso, de manera amena, formas de manipular la información sin faltar a la verdad, pero no diciendo “toda la verdad” o no ciñéndose sólo “nada más que a la verdad”.

Como colofón expuso seis formas prácticas de defenderse de la persuasión de los políticos y ocho para defenderse de la manipulación de los periodistas.

Y cerró la intervención con esta frase: “Lo pernicioso para una sociedad no es la malicia de los malos, que son los menos, sino el silencio de los buenos, que son los más”.